¿Por qué le teme tanto a la deuda López Obrador?

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“Estoy haciendo todo lo posible para no contratar deudas” dijo López Obrador el pasado domingo, cuando ante la expectativa latente de todo el país ofreció, en el mejor de los casos, un plan económico de emergencia mesurado.

La epidemia del Coronavirus ha afectado a todos los países por igual. Asecha en las esquinas, obliga a los ciudadanos a mantenerse en casa e impide que las empresas funcionen como funcionarían en cualquier día iluminado de abril. Pero los países, y los gobiernos de cada uno, no son los mismos.

Mientras que buena parte del mundo desarrollado ha estado empujando desde ya nuevos y cada vez más suntuosos estímulos fiscales para defender a sus economías de las crisis, el presidente López Obrador ha apostado por salir de esta emergencia con unas finanzas públicas más fortificadas.

Es una ortodoxia como pocas veces se suele ver, no sólo en el mundo, sino en la historia después de las lecciones que dejo la Gran Depresión de los años 30. La idea es muy simple, si la administración de López Obrador quiere encarar un plan verdaderamente potente, tendrá que de alguna forma echar mano de la deuda pública. Endeudarse para poder inyectar los recursos que hacen falta.

Se dice que la deuda de hoy son los menores ingresos del futuro, y que un gobierno responsable (muy forward) siempre mira hacia adelante, por lo que una posibilidad es que el presidente, tan cauto hoy, este pensando en nuestro bienestar futuro. ¿Será?

Si algo se puede decir de López Obrador, es que tiene la vista puesta usualmente en el pasado, porque es de los que piensa, como quien dice, que la historia es nuestro mejor dibujo del futuro.

Así que, ¿qué es lo que le preocupa tanto a López Obrador para impedir que la deuda crezca?, ¿Por qué es tan reacio a pedir prestado?, ¿cuál es el pequeño trauma del presidente?

Bueno, pues no hay que recordar que AMLO, antes de ser AMLO (el que conocemos), y antes si quiera de ser Jefe de Gobierno de la ahora CDMX, hizo su carrera de político dentro del PRD, y que llegó a las grandes esferas de la política mediante un evento histórico (como suelen ser todos estos eventos) sin precedente alguno: ¡El Fobaproa!

Los argumentos de López Obrador para eludir la deuda pública están ceñidos a este único argumento: no quiere repetir en su administración los errores del Fobaproa.

Se dice por ahí, que la deuda no se crea ni se destruye, sólo se transforma. Y el ejemplo idóneo de la termodinámica del endeudamiento es precisamente el suceso del Fobaproa, cuyo principio básico fue convertir la deuda de unos cuantos en deuda de todos. Pasando la crisis del endeudamiento de los individuos al endeudamiento de los Estados soberanos.

Se podría decir que el presidente es experto en este tema. Vaya, escribió un libro al respecto, y como presidente del PRD en aquellos años lucho acérrimamente, y votó en contra del uso de la deuda pública. Ahí sí, pensando en que comprometería el futuro de México.

El Fobaproa es tal vez un caso único en la historia. Y no por ser un rescate bancario o financiero, de los que sobran ejemplos, y cuyo más reciente caso nos remonta la crisis de 2008 y las compras accionarias de Obama.

El Fobaproa es único tal vez por su grado de opacidad, su poca transparencia, la dificultad que tiene de cuadrar los números, a tal grado, que quedó en la memoria colectiva (y en youtube) la exasperante discusión del Congreso mexicano por saber a cuánto ascendía el monto de la deuda contraída.

Las preguntas hechas en aquellos años parecen hoy en día, a 25 años de distancia, aún vigentes: ¿Cuánto debemos del Fobaproa?, ¿ya lo hemos pagado?, ¿cuánto nos falta por seguir amortizando?

Dar con el rastro del Fobaproa no es fácil, pero aquí hay una pista: los reportes financieros del IPAB.

De acuerdo con el Informe Integral sobre la fiscalización del rescate bancario de la Auditoria Superior de la Federación, el costo del rescate bancario entre 1995 y 1997 fue de 3 mil 216.6 millones de pesos, pero al término de 1998, cuando el IPAB absorbió toda la deuda de Fobaproa, el monto total de la deuda ascendía a 538.7 millones de pesos, lo equivalente a prácticamente 9 puntos del PIB de aquellos años.

En perspectiva, el paquete económico que está inyectando hoy en día Estados Unidos es de alrededor del 10% de su PIB, una similitud demasiado irónica.

Pero quizá el monto del Foaproa no es lo que le quita el sueño a nuestro presidente, sino la evolución de esta deuda. En las últimas dos décadas la deuda del Fobaproa no ha desaparecido como creería cualquier mexicano, sino que, por el contrario, prácticamente se duplicó, y ahora asciende a una deuda de 1 billón de pesos (tal como revelan los estados financieros del IPAB).

Si midiéramos esta cifra a la luz de toda la población del país, podemos concluir que prácticamente cada mexicano, desde el momento de su nacimiento, debe aproximadamente ocho mil pesos por concepto del Fobaproa. Esta deuda se tiene aún si esta persona no goza de las bondades que ofrece el sistema bancario o el sistema financiero, lo debe aún si no cuenta con empleo, si no tiene educación, si no es mayor de edad, y para acabar pronto, aún si está enfermo de Coronavirus.

Si viviéramos el billón de pesos entre la población económicamente activa (esa que al menos tiene las facultades físicas, emocionales y adictivas para poder trabajar), implicaría decir que cada persona con disposición a trabajar carga con una deuda del Fobaproa de casi 20 mil pesos.

Así que tal vez sea esta sombra la que pesa tanto en nuestro presidente. La sombra de las deudas que nunca se pagan. Porque las deudas, al menos para López Obrador, significan ceder siempre soberanía.

¿Pero qué tan cara e inoportuna es la deuda en realidad?, ¿cuál hubiera sido el contrafactual de no tener nunca un Fobaproa?, ¿de haber dejado quebrar a todos los bancos de 1995?, ¿de perder los ahorros de una vida?, ¿Qué tan grave hubiera sido?, ¿vale esto nuestros ocho mil pesos de cada mexicano?

El Fobaproa es el emblema ceñido del autorescate (la elite rescatandose a si misma), y así lo lee el presidente. Es el pequeño trauma, lo que le viene a la mente cada vez que escucha la palabra: deuda. Fobaproa y deuda para el son sinónimos, dos palabras juntas en el diccionario.

¿Pero es esta vez lo mismo?, ¿se le esta pidiendo al presidente realizar un fobaproa?, ¿son los bancos o los que ocupan ser rescatados nuevamente?, ¿a quien verdaderamente le niega su ayuda López Obrador cuando niega el rescate?, ¿cuál es el truco de la deuda pública: su monto, o cómo se usa?

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